Eduardo Mitre
«En la historia de la poesía son dos, según Roger Callois, los momentos en los que se concibe la imagen o metáfora como piedra de toque del poema: con los escaldos de Islandia en los siglos IX y XI, y con los surrealistas en el nuestro. En rigor, toda la poesía moderna, sobre todo a partir de Baudelaire exalta la función de la imagen, la cual alcanza en la teoría y la práctica su punto culminante en poetas como Pierre Reverdy y André Breton. Para éste, la imagen representa el elemento esencial no sólo del poema, sino también de la visión surrealista: es el arma capaz de generar un mundo nuevo a la vez que plasma el ejercicio de una libertad total. Más allá de las normas racionales y tranquilizantes, la imagen, emergente de niveles subconscientes, expresa las zonas recónditas del espíritu, revelando al hombre en su integridad. Ella tocaría las zonas de lo terrible y de lo sagrado; de ahí el sentimiento casi repulsivo que traduce Breton cuando declara que la liberación que la imagen procura «es tan completa que atemoriza».
Asimismo, en cuanto la imagen y/o metáfora revela la interdependencia entre todas las cosas y los objetos, alienta una intención de unidad ontológica. A un mundo caracterizado por la heterogeneidad y la fragmentación, la imagen opone su función unitiva y reveladora. En este sentido, la poesía colinda con la experiencia mística, pues como ésta realiza la fusión entre sujeto y objeto, materia y espíritu y, en general, la conjunción de todos los contrarios: «Por la imagen –escribe José Lezama Lima– el hombre recupera su naturaleza, vence el destierro, adquiere la unidad como núcleo resistente entre lo que asciende hasta la forma y desciende a las profundidades».
En el ámbito de la poesía hispanoamericana de vanguardia, es Huidobro quien inaugura el uso de la imagen con la misma libertad e intensidad que los surrealistas. Como escribe Octavio Paz, con Huidobro, «pájaro de lujo, llegan Apollinaire y Reverdy. La imagen recobra las alas». En efecto, a su retorno de París y de paso por España en 1919, Huidobro origina el movimiento ultraísta que propondrá «la reducción de la lírica a su elemento primordial: la metáfora». Sin embargo, se podría replicar que ya con el Lunario sentimental (1909) de Leopoldo Lugones, la imagen llega a constituirse en el elemento medular del poema, pero lo cierto es que en Lugones ella ocupa todavía un lugar secundario con relación a la rima la cual es, en sus propias palabras, «el elemento esencial del verso moderno». Además, su concepción de la imagen, bastante general, se limita a una función decorativa, pues sostiene que «hallar imágenes nuevas y hermosas, expresándolas con claridad y concisión, es enriquecer el idioma».
En cambio, con Huidobro la rima se supedita a la imagen; la música, la visión. El predominio de esta se halla claramente expuesto cuando manifiesta que una poesía sustentada principalmente en la imagen –debido a su traducibilidad a otros idiomas– tiende a superar las barreras lingüísticas, alcanzando así la inmediatez y la universalidad comunicativas de las artes plásticas, cosa imposible en «una poesía en la que domina la importancia de otros elementos. No podéis traducir la música de las palabras, los ritmos de los versos que varían de una lengua a otra», sostiene en el manifiesto «La creación». Y a continuación ilustra este principio con una de sus imágenes: «La noche viene de los ojos ajenos», que en inglés y en francés traduce respectivamente: «Night comes from others eyes» y «La nuit vient des yeux d’autrui». Si bien el ejemplo que ofrece Huidobro resulta contundente, una traducción literal de otros versos tomados de su propia poesía no daría los mismos resultados. Y es que Huidobro elude aquí un aspecto importante: el sonido, y por lo tanto el ritmo, es también parte de la imagen misma, de lo que ella es y revela. Hecha esta observación, sus ideas no dejan de tener cierta validez, y así un ideal de universalidad que sumaría a las razones que explica la exaltación moderna de la imagen.
Sin embargo, los puntos de vista no son unánimes. Un repaso, por rápido que sea de las actitudes observadas frente a la imagen o metáfora nos muestra una historia de la poesía dividida en dos grupos: los propugnadores de la imagen analógica y sus adversarios que condenan toda poesía y literatura que hacen de ella su elemento primordial. Los surrealistas serían los máximos representantes de la primera posición. En la segunda, sobresale el novelista Alain Robbe-Grillet con su notable ensayo «Naturaleza, humanismo y tragedia». Según él, la imagen analógica, fundamento de un humanismo condenable, proclamaría implícitamente una solidaridad entre el hombre y el mundo, desembocando inevitablemente en un antropomorfismo y en el que todo lo existente no obtiene otra significación que la que le otorga su relación con el destino humano. Contra la metáfora y el pacto metafísico que implica, Robbe-Grillet aboga por la simple descripción formal que, sabiendo «que no alcanza ningún más allá», a su vez «corta toda posibilidad de buscar alguno». Esta ética de la distancia, negándose a la simpatía y a la comunión, renunciaría a la tragedia.»
TOMADO DE: MITRE, Eduardo. Vicente Huidobro: hambre de espacio y sed de cielo. Monte Ávila Editores. Venezuela. 2007