Un lenguaje lacónico que se nutre del argot policial y la redacción periodística aparece revestido de los juegos y los topos del habla de los arrabales y así nos permite visitar lugares marginales y olvidados donde se escuchan con claridad las voces hiperbolizadas de los personajes, instrumentos del humor negro y la parodia.

En estos nueve relatos, el arte y la muerte se definen mutuamente, a veces la metaliteratura adquiere la forma de una investigación forense, otras, el artista deviene investigador o criminal. En todos los casos, las historias son premisas que existen en un hábitat cuidadosamente tejido para sostener la relación dialéctica entre el sutil ingenio del escritor y la curiosa miseria de sus personajes.

David Larriva Regalado

Un lenguaje lacónico que se nutre del argot policial y la redacción periodística aparece revestido de los juegos y los topos del habla de los arrabales y así nos permite visitar lugares marginales y olvidados donde se escuchan con claridad las voces hiperbolizadas de los personajes, instrumentos del humor negro y la parodia.

En estos nueve relatos, el arte y la muerte se definen mutuamente, a veces la metaliteratura adquiere la forma de una investigación forense, otras, el artista deviene investigador o criminal. En todos los casos, las historias son premisas que existen en un hábitat cuidadosamente tejido para sostener la relación dialéctica entre el sutil ingenio del escritor y la curiosa miseria de sus personajes.

David Larriva Regalado